Antonio Soler y Ramos 1729-1783
Antonio Soler (Olot, Gerona), compositor, fraile jerónimo, teórico, organista y maestro de capilla español, es una de las figuras de mayor relevancia en la historia de la música, autor del conocido tratado Llave de la modulación y antigüedades de la música.
Nacido en la villa gerundense de Olot, hijo de Mateo Soler, otra de las principales personalidades de la historia de la música española. Destacado intérprete y compositor, abordó la mayor parte de los géneros musicales conocidos en su época, destacando asimismo su contribución a la teoría musical. Pertenecía a la banda de música del Regimiento de Numancia y es muy probable que de él recibiera el joven Antonio las primeras lecciones musicales. Antes de haber cumplido los siete años de edad, ingresó en la escolanía de Montserrat, en la que permaneció entre ocho y diez años; antes de cumplir los diecisiete años la abandonó: ésta era la edad límite de permanencia en la escolanía. Gracias a su padre, poseía formación musical cuando fue admitido como niño de coro en el monasterio de Montserrat. Por entonces era maestro en Montserrat el padre Benito Esteve mientras que la función de organista era desempeñada por Benito Valls. Bajo la tutela de ambos se inició Soler en el estudio del solfeo en primer lugar, y del órgano y la composición posteriormente. Las obras de órgano de Juan Cabanilles, fray Miguel López y José Elías constituían la base del repertorio organístico que los alumnos de la escolanía estudiaban. El mismo Soler afirma que estudió veinticuatro obras para órgano de José Elías.
Fue admitido como novicio en el Monasterio de El Escorial «por los buenos informes que se tenía de su genealogía y limpieza, de su suficiencia en la latinidad y por ser tan notoria su habilidad en el órgano y en la composición». Los informes sobre su genealogía y limpieza de sangre fueron efectuados en la ciudad zaragozana de Daroca, de donde era originaria su madre, entre los días 3 y 14 de agosto de 1752 y en Porrera, ciudad natal de su padre, durante los días 21 y 22 de agosto. Al poco tiempo, el 12 de septiembre de aquel año, dichos informes eran aprobados por el padre prior y sus consejeros. A los ocho meses (15 de junio de 1753) y a los diez meses (28 de julio de 1753) se produce su recepción en el monasterio, y en ambas ocasiones obtiene la aprobación de la comunidad de monjes, según consta en las actas capitulares escurialenses. No se sabe cuándo fue nombrado diácono, sacerdote y maestro de capilla, aunque, según el padre Rubio, los nombramientos de maestro de capilla los hacía el padre prior verbalmente, de ahí que no consten en las actas, pero debió desempeñarlo después de 1757, último año del magisterio del padre Moratilla.
En los primeros años de su etapa escurialense, Soler recibió clases de dos célebres compositores: Domenico Scarlatti y José de Nebra, si bien, el musicólogo Miguel Querol rebate la posibilidad de que Scarlatti fuera maestro de Soler: primero, porque la labor de organista de éste apenas le dejaría tiempo libre; en segundo lugar, porque Scarlatti sería ya un hombre mayor por aquella época, al cual le quedarían pocas ganas de enseñar, y, por último, porque el padre Soler no tendría nada que aprender de Scarlatti que no hubiera aprendido ya. En cualquier caso, estas razones no demuestran que Soler no haya estudiado con Scarlatti.
Desde el primer momento en que asumió el magisterio de capilla escurialense, a partir de 1757, Antonio Soler se encargó de aprobar el ingreso de nuevas voces e instrumentistas en la capilla musical de El Escorial en las personas de los novicios recién llegados. En 1766 recibió el encargo responsabilizarse de la formación musical de los infantes don Antonio y don Gabriel, hijos de Carlos III, tal y como respalda una carta del 30 de noviembre de 1766 que escribe al padre Martini: «...essondo stato occupatatissimo p. le Persone Reali...». Así, para don Gabriel de Borbón compuso gran parte de su música instrumental: las sonatas para clave y especialmente, los cinco conciertos para dos órganos que el monje jerónimo y el infante interpretaban juntos. En relación al órgano, no se limitó a su labor interpretativa en calidad de organista y maestro de capilla, sino que había estudiado el arte de la construcción de órganos, de tal manera que fue consultado por los más destacados organeros de España. Así pues, la incesante actividad de Soler no parecía tener límite. Deseando demostrar la exacta división matemática o cromática del tono musical, construyó un pequeño instrumento con teclas y cuerdas, parecido al clave, al que denominó afinador o templante. Construyó dos ejemplares, uno para el infante don Gabriel y otro para el duque de Alba, ninguno de los cuales se ha conservado. Pero sus intereses no se limitaban a la música. Era un gran aficionado a las matemáticas, como lo demuestra en las numerosas operaciones matemáticas que incluye en su Llave y en las obras publicadas posteriormente en defensa de la citada obra. Publicó asimismo Combinación de Monedas y Cálculo manifiesto contra el Libro anónimo intitulado: Correspondencia de la Moneda de Cataluña a la de Castilla, editado en 1771.
Su intensa actividad, capacidad de trabajo y suma modestia aparecen reflejadas en las Memorias sepulcrales del Monasterio, en las que se dice que acostándose entre las 12 y la 1 de la noche, se levantaba de 4 a 5 de la madrugada, al tiempo que reducía al mínimo sus horas de recreo. Así, produjo una gran cantidad de obras que podrían dividirse en: música vocal, música instrumental y música teórica, reduciéndose esta última, prácticamente, a la magna obra Llave de la modulación... Ahora bien, esta obra suscitó diversas polémicas, a saber: El primer compositor que reaccionó en contra de la Llave fue el maestro de capilla de la Catedral de Mondoñedo, Antonio Roel del Río, con una obra de dieciocho páginas titulada Reparos músicos precisos a la Llave de la modulación del P. Fr. Antonio Soler (1764), obra que, asimismo, fue contestada por Soler con atisfacción a los reparos precisos hechos por don Antonio Roel a la Llave de la modulación por su autor, el padre Fr. Antonio Soler, maestro de capilla y organista del Escorial, impresa en forma de epístola (1765). Con ella, Soler contesta puntualmente a las objeciones de Roel, las cuales son en opinión del monje escurialense fruto de la incomprensión, aludiendo a autores como Cerone, Zarlino, Ulloa, Morales, Palestrina, San Gregorio, San Jerónimo, Moreri, Kircher, Foliano, Gafurio, Ciruelo, Tosca, Nassarre, Lorente, Martini, Guido de Arezzo, Gaudencio, Valls, Joaquín Martínez, Boecio, Gesualdo, Scarlatti, Manalt y Brossard, entre otros. Pero, el segundo ataque a la Llave vino de la mano de su amigo Gregorio Díaz, quien le recrimina el arrogarse haber inventado la modulación; antes de que el padre Soler escribiera su tratado «ya se modulaba en España con más extensión, gusto y arte».
Para Francisco León Tello fue una pena que Soler perdiese el tiempo en la redacción de sus trabajos de defensa ya que trataban en su mayor parte sobre la temática menos interesante de su obra y no añadieron nada novedoso. Hubiera sido deseable que hubiese llevado a efecto el proyecto anunciado en el capítulo del preludio de realizar un estudio semejante aplicado a otras formas musicales cultivadas en su tiempo o en el arte polifónico precedente.