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Francisco Correa de Arauxo

Libro de tientos y discursos de música práctica, y theórica de órgano, intitulado Facultad orgánica

Copia del facsímil realizada por la Biblioteca de Andalucía. Antonio Arnao (ed.), Alcalá de Henares 1626, 468 páginas.

Esta obra recoge un total de sesenta y tres tientos en todos los tonos y géneros, cuatro canciones glosadas, dos populares y dos de los polifonistas Crequillon y Orlando de Lasso (dexaldos mi madre, guárdame las vacas, susana, gaybergier), versos para la secuencia Lauda Sion, y unas glosas sobre el «canto llano de la Inmaculada Concepción de la Virgen María». Todas las obras hacen gala de una construcción y escritura esmerada, resultando una música de gran calidad, inspirada y profunda, al tiempo que novedosa en muchos aspectos, especialmente en el armónico por el tratamiento libre de la disonancia y tímbrico por el empleo del recurso del «medio registro», dispositivo particular de los órganos ibéricos mediante el cual se dispone de colores sonoros diferentes en cada una de las dos mitades del teclado. Estas obras serían el resultado de diferentes etapas de su carrera, según indica en el prólogo de algunas de ellas señalando que es «de mis inicios».

Pero si ya sólo el contenido musical es suficiente para poder calificar la monumental Facultad orgánica de obra maestra, es necesario advertir que no se trata de una mera recopilación de obras compuestas por él, sino que tiene una múltiple orientación hacia la teoría, la pedagogía, la praxis interpretativa, la composición y la estética.

El libro tiene una extensa introducción teórica, más una breve nota introductoria a cada tiento donde aclara aspectos particulares de la obra en cuestión, tanto de su ámbito tonal como de aspectos de praxis interpretativa (registración, aclaración sobre los compases, etc.). En la interesante introducción —«Prólogo en alabança de la cifra»— expone su visión de la teoría modal y del sistema musical, de las proporciones métricas empleadas, aclaraciones sobre los procedimientos constructivos empleados en la composición, especialmente el empleo más libre de la disonancia.

Anuncia y aclara novedades como el empleo de las figuras fusas, de determinadas disonancias, del medio registro. Aclara cuestiones de praxis interpretativa, dando instrucciones para la digitación, ornamentación —quiebros y redobles—, la ejecución rítmica, la elección de los registros adecuados del órgano, la forma de afinar el monacordio o clavicordio, empleado por los organistas como instrumento doméstico para el estudio. Explica con detenimiento la manera de cifrar las obras, pues toda la música del libro está escrita con ese sistema de notación, en el que las notas se indican mediante una notación numérica, sistema ya empleado por autores como Venegas y Cabezón en el siglo anterior. El carácter pedagógico de las instrucciones se completa con un índice de las obras —en el libro están ordenadas por tonos y por géneros— separadas en cinco niveles, para orientar a los estudiantes. También tiene una intención pedagógica y de autodefinición estética al señalar las disonancias más novedosas con un anagrama, una pequeña mano —manesilla— que indica un figura que, rompiendo los cánones tradicionales de la composición del período renacentista, introducen una nueva forma de componer con la intención de imprimir al discurso musical un afecto determinado, denotando una influencia de la retórica en la composición. Es el inicio del barroco en la música.

 

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