Francisco Correa de Arauxo ca. 1584-1654
Francisco Correa (Sevilla), reconocido compositor, organista y teórico musical español de la época de transición entre el Ranacimiento y el Barroco musical.
A pesar de que la abundancia del apellido Correa dificulta la tarea de esclarecer su origen, las investigaciones apuntan a identificarlo con Francisco Correa de San Juan, bautizado en Sevilla el 17 de septiembre de 1584 en la parroquia de San Vicente Mártir. En ocasiones firmará como Francisco Correa de Acevedo, y sólo en la portada de su obra Facultad orgánica aparece como Francisco Correa de Arauxo, nombre por el que se le conoce en la actualidad.
Su primera aparición es en 1599, como organista de la Colegial de San Salvador de Sevilla, como suplente del recién fallecido organista Miguel de Coria. No hay ningún dato objetivo sobre su formación musical, excepto lo que él mismo declara en su Facultad orgánica: «Cuando comencé a abrir los ojos en la música no había en esta Ciudad [Sevilla] rastro de música de órgano occidental», de lo que se deduce que se formó en la Sevilla de fines del siglo XVI, donde florecieron tan grandes músicos como Francisco Guerrero (que muere en 1599, año en que Correa fue nombrado organista titular) y Francisco Peraza (organista en la catedral desde 1584). La catedral era el centro de una gran actividad musical, y contaba con unos órganos construidos por el organero flamenco maese Jorge, que se enmarcan en la corriente de introducción en nuestro país de las pautas de la organería de los Países Bajos. En 1599, tras la muerte el 1 de julio del organista Miguel de Coria, Francisco Correa se hizo cargo de la organistía de El Salvador, de momento en calidad de suplente, si bien el 1 de septiembre de ese mismo año, tras una oposición en la que compitió con un organista inglés de nombre Picaforte, fue nombrado organista titular.
En cuanto a su carrera eclesiástica, ya en 1605 aparece citado como clérigo, y en 1608 como presbítero, sin que se sepa exactamente cuándo se ordenó y cómo realizó dichos estudios, aunque posiblemente fuera de Sevilla, pues en algún documento se alude a las «órdenes» como motivo de sus ausencias de la ciudad. En 1613 se le otorgó una capellanía —lo que significaba también unos ingresos adicionales—, concretamente la fundada en 1591 por el canónigo y prior de la Colegial Alonso de Ortega. Esto implicaba la obligación de celebrar veinte misas al mes. El 12 de junio de 1618 tomaría posesión a perpetuidad de dicha capellanía, que seguiría cobrando incluso cuando marchara de Sevilla. En marzo de 1613, al fallecer el organista titular de la catedral de Sevilla, Pedro Pradillo, Correa decode concurrir a la oposición para cubrir la vacante. En el tribunal de oposición estaban en calidad de técnicos el maestro de capilla de la catedral Alonso Lobo, y el organista del convento jerónimo de Nuestra Señora de Guadalupe de la misma ciudad, fray Andrés de San Agustín, quienes finalmente deliberaron en favor de otro organista para la vacante. En 1626 se hace cargo de una segunda capellanía (a la que renunciaría voluntariamente en 1629) y es justo en ese año cuando publica en Alcalá de Henares su obra Libro de tientos y discursos de música práctica, y theórica de órgano, intitulado Facultad orgánica , el único libro de música de tecla que se llega a publicar en España en el siglo XVII. En esta época, según declara en dicha obra, tendría preparadas otras obras para su publicación, un libro de versos para órgano y un tratado teórico sobre la «disonancia de punto intenso contra remiso», obras que no han llegado hasta nosotros. El maestro estaba, por tanto, en plena madurez como compositor, teórico y pedagogo. En 1629, viaja a Madrid pidiendo una licencia por dos meses «para acudir a ciertos negocios suyos» que se le concede según acuerdo capitular de 29 de junio. Desde Madrid escribe al cabildo solicitando ampliar su licencia, lo que se concede según acuerdo capitular de 29 de agosto. No se sabe cuáles eran esos «negocios». Quizás tengan relación con una capellanía en el Real Convento de la Encarnación de Madrid, que le hubiera sido otorgada por el propio rey Felipe IV, según una declaración suya escrita desde la cárcel el 9 de septiembre de 1630. Sin embargo, no se ha podido confirmar este dato, no apareciendo su nombre entre los capellanes del citado convento madrileño. Asimismo, el año siguiente se presentaría para Correa repleto de incidentes que le llevan a la cárcel hasta que en abril de 1636 es nombrado por sus méritos organista de la catedral de Jaén. A pesar de la buena situación, Correa opta en 1640 a la organistía de la catedral de Segovia, que desde el 6 de septiembre de 1639 buscaba nuevo titular. Así, Correo pasó sus últimos años en dicha catedral con una existencia tranquila de la que sólo hay noticias rutinarias: aparece como miembro del tribunal en diversas oposiciones a cargos musicales, toca el órgano realejo en las procesiones del Corpus, actúa en los funerales por la Reina celebrados en la catedral los días 18 y 19 de diciembre de 1644.
En su Libro de tientos y discursos de música práctica y teórica de órgano, intitulado Facultad orgánica (1626), se recoge un total de sesenta y tres tientos en todos los tonos y géneros, cuatro canciones glosadas, dos populares y dos de los polifonistas Crequillon y Orlando de Lasso, versos para la secuencia Lauda Sion, y unas glosas sobre el «canto llano de la Inmaculada Concepción de la Virgen María». Ahora bien, esta magna obra no constituye únicamente una recopilación de obras compuestas por él, sino que tiene una múltiple orientación hacia la teoría, la pedagogía, la praxis interpretativa, la composición y la estética. En la interesante introducción —«Prólogo en alabança de la cifra»— expone su visión de la teoría modal y del sistema musical, de las proporciones métricas empleadas, aclaraciones sobre los procedimientos constructivos empleados en la composición, especialmente el empleo más libre de la disonancia, y un largo etcétera. La obra de Correa se desarrolla en un momento de gran importancia para la música occidental, el momento del tránsito del renacimiento al barroco, del nacimiento de la ópera, de la emancipación de la música instrumental, del empleo en la composición musical de una pluralidad de lenguajes. En ese aspecto, su música se sitúa en la vanguardia de la transición estilística que supone la ruptura y desestabilización del equilibrio renacentista como punto de partida para una nueva creación musical.