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Domenico Pietro Cerone

El melopeo y maestro. Tractado de musica theorica y pratica

Edición facsímil. Primer libro. Juan Bautista Gargano y Lucrecio Nucci (impresores), Nápoles 1613.

Obra barrocamente enciclopédica dividida en veintidós libros, ocupando un enorme volumen en folio de más de mil páginas, en ella se explica minuciosamente, con profusión de citas eruditas y con numerosos ejemplos prácticos, todo el saber musical del tiempo, incluyendo tanto aspectos matemáticoastrológicos como práctico-compositivos, organológicos e interpretativos. Acudiendo de continuo a los más grandes autores, antiguos —de Cicerón a San Agustín, entre Boecio y Gaffurio— y coetáneos —especialmente Zarlino, Glareano, Zacconi, Durante y Pontio, sin olvidar a los españoles Bermudo y Santa María—, no pocas veces incluye en su obra, conforme a los usos propios del tiempo, largas traducciones casi literales de esos admirados trabajos.

El planificado contenido de esta gigantesca edición, quizás la más amplia y completa realizada por un solo autor en toda la larga historia de la tratadística musical de los pasados siglos, merece ser detalladamente expuesto, puesto que su coherencia e inteligencia habla mucho en bien de su autor y explica no menos la esencial importancia que alcanzó este impreso en su larga trayectoria cuatricentenaria. Después de las preceptivas dedicatorias (una explicada en español, «al Santísimo Niño Jesús y a su Madre», a la que sigue el escudo real con su dedicatoria latina) junto a las demás aportaciones iniciales habituales en este tipo de relevantes publicaciones —índice general, oraciones, un canon enigmático, el cortesano texto dirigido a don Felipe III, el retrato del autor y varias poesías que le alaban, un breve texto introductorio y una larga fe de erratas—, y ya entrados en el libro primero, se trata de lo que Cerone denomina «atavíos». Es decir, unos variados y enjundiosos avisos, documentos y moralidades que, partiendo de por qué escribió este tratado y a quién se dirige su obra, además de descubrir algunos defectos y virtudes necesarias en un trabajo dirigido a formar hombres de bien y no sólo meros técnicos musicales: por ello trata de la docilidad y memoria, partes necesarias para aprender, o explica cómo el deleite, la pereza, el placer y las riquezas son muy enemigas de la virtud... sin olvidar la ecuanimidad al tratar primero de los daños y males causados por el vino para inmediatamente después escribir acerca de cómo el vino es necesario para la sanidad del cuerpo humano. Dedicando además muchas e interesantísimas páginas a hablar de cómo ha de ser el buen maestro, pues no en vano este libro, de impronta pedagógica extraordinaria, será básico en la formación de los maestros de capilla españoles de los siglos XVII y XVIII. En suma, sesenta y nueve densos capítulos a lo largo de doscientas dos intensas páginas, en las que se dan los más variados comentarios en torno a las buenas partes que ha de tener un cumplido cantante y un perfecto músico, consideraciones que concluyen moralizantemente, pues es el autor un clérigo muy devoto que vive la eclosión de la Contrarreforma, insistiendo en la cristiana obligación de emplear la música en cosas espirituales y no profanas.

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